Dentro de la épica medieval hay dos tipos de manifestaciones:
a) Los cantares de gesta
son extensos poemas en versos de arte mayor que narran las hazañas de
los héroes en lucha por la independencia de una nación o contra
poderosos enemigos. Suelen ser obras anónimas y se concebían para ser
cantadas o recitadas de memoria en público.
b) Las narraciones del ciclo artúrico
son poemas caballerescos que darán lugar en los siglos siguientes a las
novelas de caballerías. Los temas son más cortesanos que los de los
cantares de gesta: un caballero desarrolla hechos famosos en honor a una
dama. A diferencia de los cantares de gesta, suelen ser obras de autor
conocido y se escribían para ser leídas en los libros.
A. LOS CANTARES DE GESTA
Estas
composiciones están basadas en un hecho histórico al que se le añaden
elementos fantásticos. Los juglares los cantaban o los recitaban en
palacios y en plazas o mercados.
A.1. El Cantar de los Nibelungos
De
inicios del siglo XIII es el Cantar de los Nibelungos, el más famoso de
la epopeya germánica. Su argumento es el siguiente: Crimilda debe
vengar a su marido Sigfrido, que ha muerto a traición a manos del fiero
guerrero Hagen. Ella acepta casarse con Atila y, en la corte de los
hunos, aprovecha una fiesta para matar a su propio hermano Gunther,
cómplice del asesino, y cortarle la cabeza al fiero Hagen con la espada
de Sigfrido.
A partir del siglo XIX, el poema de los Nibelungos fue más conocido por la famosa ópera de Wagner (http://www.youtube.com/watch?v=1aKAH_t0aXA)
PELÍCULA "APOCALYPSE NOW": http://www.youtube.com/watch?v=vHjWDCX1Bdw&feature=related
TEXTO
1. [De forma muy resumida, la acción del poema es la siguiente:
Sigfrido y Krimilda son dos hijos de reyes. Tras múltiples peripecias,
se conocen y se casan. Por otra parte, el hermano mayor de Krimilda, el
rey Gunter, desea casarse con una reina llamada Brunilda, caracterizada
por su belleza, su vigor físico y su bravura. Sigfrido ayuda a su cuñado
Gunter y le presta su manto mágico, con el que Gunter consigue su
propósito. Pero al poco tiempo surge la enemistad entre Brunilda y
Krimilda, por lo que la primera decide vengarse a través de Hagen, un
caballero de la corte de Gunter que desea poseer el tesoro nibelungo de
Sigfrido. Y lo hace a traición, ya que averigua por Krimilda cuál es el
punto débil de Sigfrido, cuya imbatibilidad se atribuye a la sangre de
un dragón con la que bañó su cuerpo. Hagen mata en una cacería a
Sigfrido, arrebata el tesoro a Krimilda y lo esconde].
«Señora»,
dijo entonces Hagen, «si albergáis el temor de que alguien pudiera
herirle, habréis de decirme de qué artes habría yo de valerme para
evitarlo. Quiero protegerlo lo mismo a caballo que a pie».
Dijo
ella: «Tú eres pariente mío como yo lo soy tuya. Yo te encomiendo en
confianza la prenda de mi corazón, para que protejas bien a mi esposo
bien amado». Entonces ella le reveló un secreto que mejor hubiera debido
callar.
Dijo
así: «Mi marido es valeroso y, además, de una fuerza terrible. Cuando
mató al dragón al pie de la montaña, bañóse en su sangre el arrogante
caballero. Por eso desde entonces ningún arma ha podido herirle en una
batalla. […]
Voy
a revelarte a ti, mi querido amigo, contando con tu discreción y
lealtad hacia mí, en qué sitio se le puede herir a mi esposo querido.
Esto te lo voy a decir ahora; confío por entero en tu silencio. Cuando
de las heridas del dragón brotó la sangre caliente y se bañó en ella el
valiente y cabal caballero, cayó en medio de su espalda una hoja de tilo
muy grande. Ahí es donde pueden herirle y esa es la causa de mi gran
desazón».
Dijo
entonces Hagen de Trónege: «Cosed encima de su atuendo una pequeña
señal para que así yo sepa dónde debo protegerle cuando entremos en
combate». Así creía ella salvar al héroe, pero era así como ayudaba a su
muerte.
TEXTO
2. [Gunter y Hagen parten acompañados de mil guerreros. Tras un largo
viaje llegan al castillo de Atila, que se ha casado con Krimilda tras
enviudar ésta de Sigfrido. Al poco de llegar empiezan las escaramuzas,
al principio con poca intensidad, pero después se generalizan. Mueren
primero los caballeros menos importantes, y después los de más valor. Al
final, Gunter y Hagen caen derrotados y presos. Krimilda exige a Hagen
que le diga dónde está el tesoro de Sigfrido, y tras la negativa del
prisionero, lo mata. El rey Atila reconoce el valor de su enemigo Hagen,
por lo que reprocha a Krimilda su muerte; su pesar es compartido por el
caballero Hildebrando, que decide vengarse de Hagen y asesina a
Krimilda. Con este sangriento desenlace concluye el Cantar de los
Nibelungos].
Para
hacerlos sufrir más, los hizo encadenar aparte, de suerte que ninguno
de ellos vio al otro, hasta que llevó la cabeza de su propio hermano
ante Hagen. La venganza de Krimilda en aquellos dos fue despiadada.
La
reina se encaminó a donde estaba Hagen. ¡Con cuánta saña habló al
héroe!: «Si queréis devolverme lo que me habéis arrebatado, podréis
regresar sano y salvo a vuestro hogar de Burgundia».
Así
habló el feroz Hagen: «Estás hablando en balde, muy noble reina, pues
yo he jurado no mostrar el escondite del tesoro mientras viva alguno de
mis señores; así, pues, no se lo daré a nadie».
«Este
asunto lo arreglo yo», dijo la noble señora. Entonces mandó quitar la
vida a su hermano. Le cortaron la cabeza y, sujeta por el cabello, la
llevó ante el héroe de Trónege. Grande fue ahora el dolor de este.
Cuando
el atribulado guerrero vio la cabeza de su señor, vuelto a Krimilda, le
dijo: «Tú has arreglado el asunto a tu gusto y además ha sucedido
cabalmente como yo me lo había pensado. Ahora está muerto el noble rey
de Burgundia, y el joven Giselher, así como Gernot. Dónde está el
tesoro, mujer endemoniada, quedará siempre oculto para ti».
Dijo
ella: «Mal me habéis pagado lo que tenía que exigiros. Así, pues, yo me
quedaré con la espada de Sigfrido, la que ceñía mi dulce amado la
última vez que lo vi. Por culpa vuestra hube yo de sufrir hondo dolor de
corazón».
Luego
la sacó de la vaina; esto no lo pudo evitar él. Ahora pensaba ella
quitarle la vida al héroe. Levantó la espada con ambas manos y le cortó
la cabeza. Esto lo vio el rey Atila. Grande fue su pesar.
Así termina el "Cantar de los Nibelungos":
I'ne kan iu niht bescheiden / was sider da geschach:
wan ritter unde vrouwen / wein man da sach,
dar zuo die edeln knehte, / ir lieben friunde tot,
hie hat das maere ein ende: / das ist der Nibelunge not.
No puedo referir qué pasó después.
Caballeros, mujeres y nobles escuderos lloraron
a sus queridos amigos muertos.
Aquí la historia tiene fin: éste es el Pesar de los Nibelungos.
A.2. Cantar de Roldán
Esta
obra, de finales del XI, se inspira en la derrota histórica sufrida por
los guerreros de Carlomagno en el desfiladero de Roncesvalles (en los
Pirineos), si bien el episodio histórico se modifica: en el poema la
derrota se atribuye a los musulmanes de la península Ibérica para
presentar a los héroes como defensores de la cristiandad. El gran héroe
del poema es Roldán, caballero valiente, pero temerario y demasiado
orgulloso para pedir ayuda; además, hay otros personajes también
importantes: Carlomagno, modelo de rey cristiano; Ganelón, traidor
responsable del desastre; Oliveros, fiel amigo del protagonista; Alda,
amada de Roldán; o el obispo Turpin. Roldán, junto a los doce pares de
Francia, muere en la emboscada, y Carlomagno llevará a cabo la venganza.
TEXTO 1. Siente
Roldán que se apodera de él la muerte y que de la cabeza le desciende
al corazón. Ha ido corriendo bajo un pino y se ha echado de bruces en la
hierba verde. Pone bajo él la espada y el olifante, y vuelve la cabeza
hacia la gente pagana. Lo ha hecho así porque quiere de veras que Carlos
y toda su gente digan que el gallardo conde murió conquistando. Rezó su
confesión con detalle y repetidamente, y por sus pecados ofreció a Dios
el guante. El conde Roldán se echó bajo un pino y ha vuelto el rostro
hacia España. Se puso a recordar muchas cosas: tantas tierras como había
conquistado, la dulce Francia, los hombres de su linaje, Carlomagno, su
señor, que lo crió. No puede retener el llanto ni los suspiros; pero no
quiere olvidarse de sí mismo y enumera sus pecados y pide perdón a
Dios: «Padre verdadero, que jamás mentisteis, que a San Lázaro
resucitasteis de muerte y preservasteis a Daniel de los leones, preserva
mi alma de todos los pecados que cometí en mi vida». Ofrece a Dios su
guante diestro; San Gabriel lo toma de su mano. Le sostenía con el brazo
la cabeza inclinada. Con las manos juntas ha ido a su fin. Dios le
envió a su ángel Querubín y a San Miguel del Peligro, junto con ellos
vino San Gabriel. Llevan al paraíso el alma del conde.
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