Para escribir un texto argumentativo es preciso realizar dos operaciones previas:
a) "Inventar" una idea: imaginemos que se nos ha propuesto escribir un texto argumentativo sobre el siguiente tema "La contaminación de la naturaleza".
De primera intención, es muy probable que no se nos ocurra nada.
Conviene, por ello, pensar en alguna experiencia personal relacionada
con el tema, para combatir la inicial carencia de ideas.
1. Durante el verano, me salieron unos granos en la piel; el médico dijo que el agua del mar debía de estar contaminada.
2. Cuando salgo al campo, veo una inmensa nube sucia que cubre la ciudad.
3. Mi hermano tuvo una diarrea debido al agua con la que le preparaban el biberón.
4. Mi abuelo sufre de asma, y cuando hay mucha contaminación se ahoga.
5. He visto la fotografía de un río con miles de peces flotando en el agua.
6. En el río de mi pueblo se pescaban antes abundantes peces; ahora está muerto.
Los temas 1,3 y 4 me conducirían a la siguiente tesis: La contaminación constituye una amenaza para la salud de las personas. A
simple vista se advierte que enuncia algo absolutamente trivial. No
vale la pena argumentar en favor de esa aserción porque a nadie se le
ocurriría ponerla en duda.
El
tema 2 parece más sugestivo: olvidamos, a menudo, que en las grandes
ciudades vivimos dentro de una nube de efectos letales. Cuando volvemos
de un viaje, por ejemplo, se siente angustia de meterse bajo aquella
masa de aire enrarecido. Es como entrar en una cámara de gas.
Constituiría una buena introducción la descripción de la nube sucia que
envuelve toda la ciudad para desarrollar después la tesis de que En las grandes ciudades el hombre vive muriendo en una cámara de gas. No
es muy original, pero tampoco parece trivial esa visión de los
ciudadanos como condenados. Sin embargo, ¿puede desarrollarse bien si no
tenemos un mínimo talento literario?
Pensemos
en los temas 5 y 6, que evidentemente están relacionados. En efecto,
los peces muertos del río son víctimas inocentes del progreso; a otros
muchos animales o plantas les sucede lo mismo. El hombre los mata o los
excluye para imponer sus planes a la Naturaleza; rompe arbitrariamente
el equilibrio ecológico de ríos, mares y bosques. Y para impulsar su
propio progreso, va suprimiendo de la Tierra otros seres vivos, como si
sólo él tuviera derechos en el planeta. Pero, al obrar así, va labrando
su propia aniquilación. Porque la contaminación destruye la solidaridad entre la Naturaleza y el hombre, que éste necesita para subsistir. He aquí una tesis aceptable; sirve de base para argumentar que el hombre, al asesinar la Naturaleza, se suicida. Quizá
esta última formulación sea preferible: resulta más breve e intuitiva.
Ante todo, ha de tener un alcance limitado, porque los temas de amplio
contenido son difíciles de desarrollar.
Una tesis bien formulada debe evitar la trivialidad sin caer tampoco en
la extravagancia. De ordinario, la obsesión por ser originales nos
coloca fuera del sentido común (La contaminación es una
manifestación del Anticristo/ La contaminación, destruyendo a los más
débiles, favorece la selección natural). A veces, es suficiente con adoptar un punto de vista poco frecuentado, o con apoyarla con experiencias personales.
La tesis ha de estar nítidamente formulada: una formulación nítida de
la tesis permite incluir sólo asuntos relacionados con ella, y excluir
los menos relacionados, evitando la divagación. Ceñirse al tema debe ser
nuestra obsesión. Para enunciar convenientemente la tesis, debemos
adoptar algunas precauciones como estas:
- Formularla en forma de una oración gramatical completa, con modalidad enunciativa.
- Evitar clichés como "yo creo, yo pienso, en mi opinión...."
- Si consta de dos o más ideas, estas deben estar directamente relacionadas: resultaría confusa una tesis como El hombre no está solo en la Naturaleza; por eso no debe matar los ríos.
b) Disponer su desarrollo según un cierto orden o plan:
si la tesis se enuncia al principio, el orden es deductivo; si
se revela al final, inductivo. El plan debe adoptar la forma de un
esquema, es decir, de un cuadro ordenado en el que se enuncien
brevemente las cuestiones que vamos a tratar. Ello obliga a reflexionar
antes de escribir. La tesis ha surgido en virtud de unos argumentos
previos y más o menos explícitos que hay en nuestra mente; ahora se
trata de hacerlos claramente explícitos, de hallar otros concomitantes, y
de documentarlos con ejemplos que los apoyen. Después hay que
jerarquizar todos estos elementos por orden de importancia, e
interrelacionarlos. Además, habremos tenido que renunciar a los
irrelevantes, a los que no se refieren directamente a la tesis, a los
menos sabidos, etc. La construcción del esquema nos obliga a pensar.
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